Nuestro NIÑO INTERIOR .

-Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo, los que tratan de matar su esencia espiritual, sin embargo, cuando nos desconectamos de nuestro niño interior, esto también es una forma de suicidio; tal vez menos visible, pero es ahí cuando permitimos que el miedo se apodere de nuestras acciones. La competencia y la carrera incesante y loca por alcanzar logros, títulos, jerarquías y cosas que creemos nos permiten ser eso que la sociedad nos impone ser, el querer crecer y ser adultos para obtener el poder; todo esto hace que se nos olvide que por derecho de nacimiento ya somos y somos perfectos en nuestra verdadera esencia. Perder el contacto con ese niño, es perder el contacto con la vida.

El trabajo con el niño interior es quizás uno de los más profundos y sanadores.

-El niño interior es nuestra parte más sabia, noble, intuitiva y más conectada con el Ser Divino que todos somos. Con él podemos impulsar nuestra evolución para ser mejores y transformarnos en la mejor versión de nosotros mismos.

-El niño interior confía, ama, es pacífico y ante todo, libre. Existe dentro de cada uno de nosotros sin excepción y es muy importante escucharlo y compartir con él diariamente, sin falta, pues es la conexión más pura que tenemos a nuestra felicidad. El niño interior sabe que todo es perfecto y no tiene que hacer nada para conseguir la perfección. Acepta y vive el hoy, el presente. Aprende de lo sucedido, pero jamás trae el pasado a este instante y tampoco nunca está pensando en lo que va a suceder. Su tiempo es el eterno presente y lo disfruta tal y como se presenta.

-El niño interior jamás tiene miedo de pedir lo que quiere y expresa sus emociones libremente, no las esconde nunca. Todos pueden darse cuenta cuándo el niño está enojado y cuándo está feliz; no se pone máscaras y se comporta tal y como es. Comprende que su herramienta más poderosa es la sonrisa y sus ojos brillan permanentemente, porque la trasparencia de sus actos siempre está presente.

ES EL MOMENTO de mirar hacia adentro y verlo. Está ahí esperando que aprendas a vivir este presente, esperando que vuelvas a soñar, que grites de felicidad, que sientas que puedes bailar al compás de cualquier música, sin importar si es tu música preferida; está ahí, esperando a que vuelvas a reír por cualquier cosa que te suceda, a que lo despiertes todos los días, porque es el encargado de mostrarte la felicidad en las pequeñas cosas que forman parte del gran misterio de la vida.

–Existen muchas terapias que se dedican a sanar al niño que fuimos, porque sus heridas no nos permiten activarlo en el adulto. Sin embargo una vez que comprendemos que lo sucedido durante la infancia no va más allá de un aprendizaje elegido como parte del crecimiento para la vida, entonces simplemente podemos rescatar al niño que aún sigue dentro, más que seguir sanando cosas que ocurrieron y que definitivamente en el presente ya no están. No podemos cambiar lo sucedido, pero si podemos cambiar la perspectiva que tenemos sobre lo que ocurrió. Cuando eso pasa, definitivamente la historia cambia, porque cambia su energía, entonces más que sanarlo, es importante observarlo desde la gratitud para que su carga desaparezca y sólo el aprendizaje se incorpore.

TIPOS PARA ACTIVAR EL NIÑO INTERIOR

1. Te contamos:

   Pasa por lo menos 5 minutos al día hablando con tu niño interior. Dile cuanto lo amas y lo maravilloso que es, dile todo lo que te gustaba o hubiera gustado escuchar cuando eras niña o niño. Esta es una de las cosas más poderosas que puedes hacer para construir la confianza, la abundancia y el Amor.

2. Habla sobre tus deseos y propósitos con tú niño interior antes de llevar a la acción las estrategias que requieren para manifestarse en tu realidad.

3.   Por lo menos una vez a la semana toma a tu niño interior de la mano y pasa tiempo en su compañía, permite que tu niño interior florezca en ti , no lo escondas. Haz algo especial con él, como comer helado, ir al parque o jugar con tu mascota, reír sin límites, compartir inocentemente con amigos, lanzarte a hacer algo que pudiera provocarte temor y hacerlo sin freno y sin límites, saltar en los charcos, juega con las hojas de los arboles en Otoño, untarte con pinturas o maravillarte con algo que nunca habías visto antes así haya estado siempre a tu lado.

4.   Abre tu corazón a ver las diferencias que tienen los demás, sin juzgarlas ni criticarlas y reconoce la riqueza en ello.

No envejece quien acumula años, sino quien olvida a su niño interior.