Nuestros pensamientos influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan nuestras acciones, dicho de otra manera, pensar es la creencia o pensamiento que genera la actitud o predisposición con la que afrontamos las cosas; sentir es la emoción agradable o desagradable que impulsa en nosotros unas conductas u otras; y hacer es la conducta que elegimos.
La neurociencia ha establecido que lo primero que experimentamos ante un estímulo concreto es una emoción básica, y que a medida que racionalizamos esa emoción buscando más datos e información almacenada en nuestro cerebro, construimos el sentimiento. Esto lo expresa bien una fórmula útil pero poco matemática: pensamiento más emoción es igual a sentimiento.
P+E=S
Esta fórmula nos ofrece poder estar alerta ante los pensamientos con los que construimos nuestros sentimientos, porque esos sentimientos van a definir la actitud con la que afrontamos todas y cada una de las situaciones de la vida.
Cuando recibimos cualquier información, la mente en cuestión de segundos, hace una evaluación. Si esta es positiva, recibiremos una emoción positiva y si es negativa, recibiremos una emoción negativa, pero sin pensamiento no hay emoción.
Gracias, gracias, gracias